EL ÚLTIMO ROMÁNTICO
A mi vecina Lucrecia le dio un soponcio esperando la sopa en la cola kilométrica que ven en la foto y la llevamos a urgencias que estaba cerquita, todo tiene sus ventajas. El médico nos dijo que era un cuadro clínico variado y complicado: ansiedad, ruido de tripas, apetito descomunal y flato de grado cinco. Como la pobre tenía de promesa comerse cuatro platos de sopa campera, yo no podía consentir que el Señor y San Isidro la recogieran de esa forma, así que hablé con mi amiga María José López que convocó un cabildo de urgencia en la propia caseta, la decisión se tómo rápidamente, le llevamos a mi vecina Lucrecia un lebrillo de sopa campera al ambulatorio. Aquello era un cuadro digno de Dalí, el gotero le suministraba los medicamentos correspondientes en su brazo izquierdo y con su mano derecha enarbolaba la cuchara para hundirla hasta el fondo del lebrillo y llevarse a la boca la sopa campera que tanto ansiaba. Se murió la pobre terminando el cuarto plato y besando la estampita de San Isidro, no sin antes recibir la extremaunción y una pastilla para los ardores de don Pedro Villarejo, director espiritual de la Hermandad.Dios la tenga en su santa gloria, mi vecina Lucrecia murió feliz y contenta.
Moraleja: "No dejen para mañana, lo que puedan degustar hoy" .Amén.
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