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sábado, 22 de junio de 2013

ANÉCDOTAS DE ALMA Y TIEMPO

José Ignacio Crespo, abogado
Juanma Herrera es un comunicador nato, tan instintivo como intuitivo, de lenguaje directo, popular, sencillo, forjado en la distancia corta y siempre peligrosa del directo, muy arrimao, como los buenos toreros. Tres son, a mi juicio, las caracteríticas que hacen de Juanma Herrera un tipo de notable éxito profesional: ser un enamorado de lo que hace, hacerlo con extrema diligencia y laboriosidad, y conseguir que esto último no se note. También juegan a su favor una voz absolutamente inconfundible, y un tacto especial para tratar a las personas del más variado pelaje y condición, a quienes suele meterse en el bolsillo sin zalamerias gratuitas y sin ahorrarles, cuando es necesario, el abordaje de asuntos o la formulación de preguntas por muy incómodas que unos u otras pudieran resultar. Herrera tiene voz propia y estilo propio, no es uno más.
El otro día, mientras compartíamos un cafelito, tuvo la deferencia de entregarme personalmente su último libro, Anécdotas de alma y tiempo, una recopilación de los sucedidos y anécdotas más destacados que ha vivido desde esa fenomenal atalaya que es, para un atento y curioso obsevador, la radio y la televisión, por donde han ido desfilando a lo largo de los años una variopinta panoplia de personajes que, al tiempo, han ido dejando una estela que el autor, a modo de notario, inventaría en estas páginas llenas de buen humor, buena memoria y, en algunos casos, indulgencia infinita. El libro se lee del tirón porque es ameno, nos cuenta cosas cercanas y divertidas, y porque está escrito en un lenguaje coloquial y accesible incluso para aquellos que por no tener o haber perdido la costumbre de leer pudieran tener una escasa o nula comprensión lectora. Como es natural, a unos les gustarán o divertirán más unas anécdotas que otras, pero seguro que en la mayoría verán reflejado el gracejo, el carácter, la idiosincrasia de nuestra tierra , de nuestras gentes.
Yo ha disfrutado mucho con la de la gitana que va al Ayuntamiento a arreglar unos papeles y viendo a un empleado municipal de voluminosa cabeza que, al parecer, no le presta la atención debida, le espeta a modo de maldición:”Ojalá fueras gato, no ibas a coger ni un ratón, te ibas a morir de hambre”; o el buenrollo que hubo cuando la visita de El Cigala a los estudios de Radio Estepona; o la entrañable semblanza de un taxista jubilado, Juan Arrocha, y su esposa, paisana de Herrera, Anita “La del cuartel”; o, ya trascendido el ámbito local, la del torero El Gallo con las chinches, o en ese diálogo genial con su mozo de espadas a propósito de los abucheos en una mala tarde; o la proverbial metedura de pata de Carmen Sevilla a propósito de la llamada de un parapléjico al programa del telecupón; o la bochornosa ignorancia de la periodista Sara Carbonero atribuyendo al cantante Serrat el poema Caminante, no hay camino, del libroCampos de Castilla, de don Antonio Machado…
Comentario aparte merece la titulada Constitución y Gramática, por tenerme a mí como coprotagonista. La anécdota es, sin duda, fiel al original. En efecto, hallándome yo en el despacho del alcalde en funciones de tal, irrumpieron en el hall de la Casa Consistorial el entonces senador, Francisco Zamorano y el, también entonces, jefe de la oposición, Antonio Caba, acompañados de algunos medios de comunicación, con el ánimo de impartir una lección democrática, simbolizada en la entrega de un ejemplar de la Constitución, bellamente editado por el Senado. Se trataba, más que de otra cosa, de un gesto, una foto política. Yo, ni corto ni perezoso, les animé a que subieran al despacho(lo que no estaba en su intención, pues querían despacharlo en el propio hall), recibí el ejemplar de nuestra Ley de leyes que aún conservo, y les obsequié con un bonito diccionario para que no se volviesen a deslizar faltas de ortografía( no una, dos y creo recordar que de grueso calado) en una carta pretendidamente institucional. Así que nos dimos la mano y todos, tan amigos.
Y una anécdota que Juanma Herrera no recoge en este libro pero que, con esa proverbial memoria, recordará tuvo lugar con motivo de la preparación de su primer libro recopilatorio Estepona, imágenes para el recuerdo. Fue ingente la tarea de recepción, identificación, clasificación y selección de fotografias que Herrera llevó a cabo para plasmarlas en el libro. Le recuerdo perfectamente metido en aquel cuchitril, debajo de la escalera de la Casa de la Cultura, que hacía las veces de despacho de Paco Trigo, formateando con éste todo el material. A mí, como concejal de Cultura me correspondió escribir unas palabras a modo de prólogo, que entregué a Herrera para tal fin. Y un día que subía hacia mi despacho me llaman al cuchitril Herrera y Trigo y me sugieren, no sin cierta cautela y yo creo que también cierta satisfacción, que debo modificar una palabra del prólogo por incorrecta. Y es que yo lo había comenzado así:” Ojeando el libro Pueblos en blanco y negro del Valle del Tietar…” Ellos me decían que esa palabra debía escribirse con h pues hacía referencia a pasar hojas. Yo me mantenía en mis trece, sosteniendo que me refería a echarle un ojo, una ojeada. No nos pusimos de acuerdo( aún hoy no lo tengo nada claro), pero por una razón de prudencia, no fueran a estar en lo cierto, y sin dar mi brazo a torcer, lo cambié por “Dando un vistazo al libro…”, como puede apreciarse ojeando/hojeando el libro, como he hecho yo para refrescar la memoria.
Enhorabuena, Juanma, me lo he pasado muy bien leyendo tu libro. Sigue contándonos cosas, que si tu padre tenía una gracia especial, tú no le andas a la zaga.



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