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lunes, 26 de noviembre de 2012

LAS BUENAS PERSONAS


EL ÚLTIMO ROMÁNTICO

A José Miguel González Guerra
"El ángel de la guarda"

Cada mañana cuando emprendo la salida desde  mi casa para la radio, me encuentro con un joven vecino llamado José Miguel González Guerra, un niño grande de ojos claros, mirada angelical y sonrisa  transparente. José Miguel saluda a todo el mundo con exquisita educación y corresponde a cualquier gesto de cariño, o frase amable que tengamos hacia él. 
José Miguel González "El ángel de la guarda"
José Miguel cuida noche y día de sus padres, ambos enfermos de alzheimer y el único respiro se lo proporciona el centro de alzheimer que tenemos en Estepona donde acuden cada día y una auxiliar que va al domicilio para echarle una mano. 
No creo que su vida sea para tirar cohetes, vive por y para sus padres, no tiene vacaciones, no tiene fines de semana, ni festivos, ni descanso; pero él,  jamás se queja de nada, nunca le he oído una mala palabra  hacia la situación excepcional que vive día tras día, está siempre pendiente de sus padres y eso me causa una profunda emoción , pues en este mundo tan egoísta se dejan alegremente a los padres aparcados o almacenados en cualquier sitio, o deambulan con una maleta de casa en casa de sus hijos e incluso se busca alguna excusa para ni siquiera acompañarlos cuando deben ir al médico. Seguro que si cualquiera de nosotros estuviésemos en el lugar de José Miguel, estaríamos continuamente quejándonos  y lamentando  nuestra mala suerte.
Pero José Miguel nos da un ejemplo permanente de amor, alegría, entereza y bondad humana. Cómo me recuerda su labor abnegada, callada y generosa, al maestro Mathieu de la película “Los chicos del coro”, aquel maestro perdido en un lugar remoto del mundo que cada día ponía lo mejor de sí mismo para reeducar a unos niños maltratados por la vida. Y aquel maestro lo hacía sabiendo que nunca nadie le iba a reconocer su magnífica labor, al contrario, fue fulminado y expulsado del colegio por hacer bien su trabajo. 
José Miguel me recuerda mucho a él, en esa labor tan humana y callada de atender a sus padres, sin una sola queja, sin un solo pero,  siempre con una sonrisa para todos, me reconforta pensar en gente como él porque son las personas más importantes del mundo que nos ha tocado vivir. Hacen el bien pero sin publicitarlo, sin cámaras de televisión por delante, sin micrófonos, sin Facebook, sin Twitter, sin alardear de nada, sin ni siquiera esperar las gracias porque hasta sus padres han olvidado quien es su hijo José Miguel . Qué orgullosos estarían de él si  pudiesen ver  como son cuidados con mimo y delicadeza cada día , igual que hacían ellos cuando su hijo era pequeño.
Para mí, encontrarme cada mañana con José Miguel supone comenzar el día lleno de alegría y optimismo pensando que no hay nada más grande que un corazón como el suyo y que todavía quedan seres humanos como él que nos hacen creer que otro mundo es posible. Sé que estas palabras servirán de bien poco, pero tenía la obligación de contarlo y decirle al mundo entero que José Miguel es el ángel de la guarda de sus propios padres, no cabe mayor honor, ni mayor gloria. ¡Que Dios te bendiga!

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