EL ÚLTIMO ROMÁNTICO
Nota: Antes de leer, poner de fondo la guitarra de Paco de Lucía en "Fuente y caudal"
¿Dónde está mi placita? ¿Dónde fue mi fuente a parar ?
Yo tenía cerca de mi casa, a diez metros del geriátrico una placita con su
fuente y sus banquitos, para descanso y regocijo de mayores, adultos y niños. En
los días de asueto veraniego, cogía mi
libro y bajaba hasta esta placita recogida y coqueta, buscando como el perro la
sombrita, mis posaderas se asentaban sobre unos bancos de hierro, donde mi culo
sufría las incomodidades del pesado metal, aún así los quería. ¿Dónde estarán?
Bueno, los gamberros los han destrozado, primero los desplazaron de su sitio, después
los llenaron de suciedad, los pintarrajearon y ahora no sé dónde habrán ido a
parar.
También había una fuente de la que estaba enamorado, no era la más bonita,
pero a mí sí me lo parecía, también pasa con los hijos. Su celestial y
relajante sonido era el mejor bálsamo para el espíritu y para sumergirse en la
lectura apasionante de algún libro. ¿Y qué hizo alguien? Enterrarla de por vida y nunca mejor
dicho. Ahora ya solo hay tierra en su interior, hasta el más ignorante sabe que
el agua es símbolo y origen de la vida en este planeta maltratado llamado Tierra. Yo solamente quería a
través de esta carta decirle a mi fuente, que la amaba por todo lo que ella
me daba y que la echo de menos, no sé si ella sentirá lo mismo por mí. Espero y deseo que donde
quiera que esté, no tenga resentimiento alguno hacia quien ordenó enterrarla porque
el resentimiento araña poco a poco el corazón y te deja mal herido para
siempre. Quiero que piense que nos volveremos a encontrar, ella con su goteo
relajante de coplas y yo caminando alborozado por cada línea de mi libro. Ella
soñando conmigo y yo soñando con tenerla. Te quiero, fuente del alma.
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